▪ En las redes sociales y en los nuevos medios, la informalidad y el descuido en el uso del lenguaje le están ganando la batalla a la corrección.
▪ La responsabilidad de los editores y de los periodistas ante tanto cachivache.
“Antes de escribir en cualquier medio, lo primero que hay que hacer es
saber escribir”. Así de tajante, Marga Cabrera, doctora en Comunicación
Audiovisual, profesora de la Universidad Politécnica de Valencia (España) y coordinadora
del libro
Escribir en internet. Guía para
los nuevos medios y las redes sociales, reflexiona sobre algo que
parece lógico, pero que en la práctica no lo es.
Es evidente que en la Internet la informalidad le gana la batalla a la
corrección. Y esto no solo se da en las redes sociales, donde la necesidad de
hacerse “visible” lleva a millones a escribir sin reparar en las normas, sino
también en los medios de información digitales.
El contenido, interesante o no, está venciendo a la forma, y es por ello
que los especialistas en lenguaje y tecnología de la información coinciden en
la necesidad de conservar la corrección del idioma, incluso en su adaptación a
los nuevos medios.
Así, debe conjurarse la idea de que la exigencia de noticias al instante
en la Web justifica cualquier disparate. Esto no es tan así, porque, muchas
veces, los errores que se publican nunca se corrigen, lo que prueba que no es
la urgencia lo que induce al error sino el desconocimiento.
El error nuestro de
cada día
Todos los días una cohorte de errores estampan las páginas webs de los
diarios, los más prestigiosos inclusive, como el porteño La Nación. Aun así, los que se publican en los sitios locales se
destacan por alcanzar muchas veces la categoría de grosería.
Uno de los portales de noticias más visitados de Corrientes publicó
recientemente el siguiente título: Por
pago de sueldos, el Banco de Corrientes atenderá corrido. Se sabe que no se
trata de que el banco atenderá ‘retirado del sitio que ocupaba’, sino que lo
hará en horario corrido, que
significa en forma continua, sin interrupción, o de corrido.
El mismo portal informaba otro día: Por
razones climáticas quedó suspendido inauguración de escuelas. Por
concordancia, debió decir quedó suspendida y, de paso, habría que ver
qué son razones climáticas.
Se profundizan los
trabajos de pavimentación en la calle Estados Unidos, informaba hace unos
días otro sitio de noticias. Ahora bien, ¿cómo hacen los obreros para profundizar la pavimentación de una
calle? Porque, según el Diccionario de la
lengua española, profundizar es ‘ahondar’, ‘discurrir con la mayor atención
y examinar o penetrar algo para llegar a su perfecto conocimiento’. Y ahondar es ‘hacer algo hondo o más hondo
de lo que era’ (úsase en sentido figurado: Ahondar
una rivalidad), ‘cavar profundizando’, ‘escudriñar lo más profundo o
recóndito de un asunto’. De este modo, el término profundizar en el contexto de la pavimentación de una calle no
corresponde ni en sentido figurado.
En otro sitio, conocido justamente por sus crímenes de lesa lengua, se
denunciaba: La escuela 402 víctima del
accionar de delincuentes en el receso escolar. ¿Puede ser una escuela
víctima de algo? No, solo las personas y los animales son víctimas; en este
caso, la escuela fue blanco, objetivo.
Con estos ejemplos, es evidente que el consejo de Cabrera no puede ser
desatendido. Ya no se trata de escribir mejor sino de escribir bien. La
responsabilidad es de los editores de los diarios impresos y on line, pero también de los
periodistas, que deben ser los más interesados en hacer prevalecer el rigor
profesional. No se puede seguir tolerando tanto cachivache en los medios.
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